miércoles

Crónica de un asalto en la CDMX

ladron simpson

---Esta experiencia tan simpática que les voy a contar es sólo una de tantas que suceden a diario en este país de mierda llamado México, más concretamente en el Distrito Federal.

---Bueno sucede que hace apenas un par de semanas venía yo de regreso a casa después de ir a ver a mi novia (así es; a diferencia de ustedes yo sí tengo novia). Andaba por la calle tan quitado de la pena como de costumbre, apreciando el bonito paisaje y demás cosas que esta ciudad/país ofrece a nuestros sentidos, tales como: calles atestadas de basura, pintarrajeadas en los muros que pretenden ser grafitti, tráfico y contaminación al por mayor, olor a orina humana, perros callejeros, indígenas pidiendo limosna, gente malencarada y con prisa, indigentes durmiendo en el piso, prostitutas paradas en las esquinas, uno que otro muerto tumbado en la calle y un largo etc.

---Había bajado del metro (subterráneo) después de haber pasado por algunas de las estaciones más concurridas -y a la vez- peligrosas de este transporte, no sin antes haberme tragado el olor a axilas tan característico de los muchísimos usuarios del transporte público (no he adquirido un auto debido al exagerado tráfico de la complicada zona en que vivo).



---Me dispuse entonces a abordar uno de los (tristemente) famosos microbuses que abarrotan las calles y avenidas del "DFctuoso", de esos que causan accidentes a diario por la escasa preparación de los choferes que generalmente son nacos de 18 a 28 años con nula cultura vial que van rebasando sin precaución alguna a los particulares y echando carreritas entre ellos mientras sus estéreos reproducen a todo volumen discos piratas de música de banda y la infaltable ¡cu-cu-cu-cuuuumbia!... Bueno uno de esos. 

---Después de abordar y sentarme, ya sólo me quedaba esperar llegar a casa en un tiempo aprox. de 1 hra. 30 min. en una distancia que normalmente tomaría un poco más de media hora, pero que debido a que los señores microbuseros van a vuelta de rueda para "cazar" pasaje sin miramientos por los automóviles detrás o por los pasajeros ansiosos de llegar a sus destinos, se multiplica el tiempo a la cantidad mencionada. Ya en el trayecto me dispuse a "entretenerme" en mirar por la ventana, escuchar a la infinidad de vendedores ambulantes que suben al micro diciendo que acaban de salir de un reclusorio o que vienen de una casa de ayuda a niños de la calle, alcohólicos anónimos etc., en mirarle el trasero a las viejas, en criticar a los pinches nacos que ponen reggaetón en sus celulares sin usar audífonos para que todos nos deleitemos con sus exquisitos gustos musicales y demás.

---Seguía yo observando todas las cosas mencionadas, pero mayormente absorto en mis pensamientos. El micro iba ya repleto de gente que volvía de sus trabajos y/o actividades. Tal vez debido a eso la fatiga les hacía ir en silencio a la mayoría, con excepción de algunas personas que platicaban entre ellas. Algo que llamó un poco mi atención (aproximadamente habiéndose cumplido 1 hra. y 15 min. de recorrido) fue un sujeto que iba de pie más o menos a la mitad del pasillo. Esta persona vestida con gorra y una de esas chamarrotas esponjadas de pluma de ganso (típica vestimenta de los pinches rateros) era quien más se escuchaba en el relativamente silencioso microbús, ya que iba hablando por celular, pero de una manera un tanto... "fingida" por así decirlo. En fin... no le presté mucha atención y decidí volver a ensimismarme.

---Apenas unos minutos después, ese mismo peladete de gorra y chamarra daba de repente de gritos diciendo algo así: "¡A ver gente, su atención!, ¡ya saben de que se trata esto, así que tranquilitos si no quieren que se los cargue la chingada!, mientras al mismo tiempo sacaba de su chamarra una pistola tipo 45 y cortaba cartucho. A su vez, otros dos culeros; -uno en la parte delantera y otro atrás-, también comenzaron a insultar y a amenazar a los pasajeros. En seguida el maricón del arma empezó a recorrer los asientos de la parte de en medio y los otros 2 las secciones de enfrente y de atrás. "¡Los celulares!, ¡caíganse con los celulares! -decían-, mientras el cabecilla con arma en mano llevaba la batuta en cuanto a insultos e intimidación. Ahora que lo pienso, tiene sentido que su prioridad hayan sido los teléfonos celulares, ya que precisamente por como están las cosas aquí, la gente no sale a la calle con mucho dinero en la bolsa, mucho menos con joyas, pero por alguna razón a la gente no le importa tanto traer buenos celulares, así que es común ver a las personas en la calle o en el transporte público con iPod's, iPhone's, BlackBerry's etc. Es más... hasta personas trabajando en sus Lap Top's me ha tocado ver en el micro. Entonces los rateros en lugar de perder tiempo esculcando a la gente para ver donde traen un poco de dinero, prefieren ir por los móbiles, ya que uno solo probablemente vale más que todo el efectivo que trae el pasaje entero, y además siempre los traemos a la mano para contestar con facilidad...